El Parque de Cabecera bien merece al menos una visita, con o sin niños. Allí se pueden hacer más cosas de lo que nos podemos pensar. Además de disfrutar del paisaje.



Para empezar, en el lago central del parque hay cada vez más patos. Cada día se dan cita allí muchas familias para darles de comer. Parece que ya lo saben, porque no hace falta animarles mucho para que se acerquen a probar lo que estes comiendo. Si llevas pan o galletas no dudarán en acercarse a comer. En el riachuelo que recorre el último tramo del parque, también encontraréis bancos de peces naranjas que igualmente se alegrarán si les echáis lo que os haya sobrado de los patos.

En el mismo lago se pueden alquilar cisnes gigantes para pedalear, barcas al estilo del Retiro madrileño o hasta piraguas. Tienen un precio de entre 15 y 20 euros más o menos según el tipo de embarcación.



Al final del parque hay un enorme barco pirata con toboganes, rampas, redes y otras muchas cosas para que los niños gasten un poco de esa energía que tienen y que parece no acabarse nunca.



Junto al lago hay una cafetería con terraza exterior en la que podréis quedaros a comer o tomar un aperitivo.

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