Una vez que ha comenzado la entrevista de trabajo, hay que dejar que el entrevistador guíe la misma con su diálogo. No se debe tener prisa por hablar (ya se encargará el entrevistador de preguntar lo que desee saber), y por supuesto no se le debe interrumpir cuando está hablando.

Contesta de forma positiva evitando mencionar aspectos negativos durante la entrevista.
(anteriores conflictos con compañeros, impresiones negativas de empresas, etc…). Debes ser capaz de transformar lo negativo en positivo. Por ejemplo, si preguntan por nuestro mayor defecto, y eres una persona nerviosa y activa, puedes comentar que eres incapaz de estar parado mucho tiempo, que mirar a las musarañas te aburre y te pone de los nervios, y por eso siempre tienes que estar haciendo algo. En este ejemplo, podemos expresarlo con pesar, como si fuera un defecto, pero en verdad estamos declarando una virtud, que no somos perezosos y sí muy activos en nuestro puesto de trabajo.

Cuida tus respuestas, utiliza un lenguaje correcto.
Es importante ser natural, pero hay que evitar ser soez, chabacano, o tomarse excesivas confianzas con el entrevistador.

Contesta sin agresividad, aunque el entrevistador te lleve a ello.
En ocasiones el puesto de trabajo requiere trabajar bajo presión, y la manera de evaluarlo es metiéndonos presión en la entrevista de trabajo: pueden dudar de nuestras capacidades de manera insolente, u ofendernos de alguna otra manera. No debemos ni hundirnos sumisamente ante sus comentarios, ni responder airadamente a sus insinuaciones: ambas acciones nos llevarán a ser descartados. Sin embargo, si ponemos una “pantalla emocional” entre nosotros (para que no nos afecten sus comentarios) y damos respuestas del tipo “No soy de la misma opinión que usted, creo que sí estoy preparado para este puesto” o “No creo que ese tipo de preguntas o comentarios sean adecuados en una entrevista como esta”, entonces estamos superando la prueba que el entrevistador nos está pasando.

Relaciona las respuestas con el trabajo al que optas y con tus puntos fuertes.
Por ejemplo, si el entrevistador nos indica que nunca hemos trabajado en un puesto similar al que se oferta (recepcionista en agencia de viajes), debemos indicarles que tenemos experiencia de atención al público en nuestros trabajos previos de dependiente, conocimientos del aspecto administrativo por nuestro grado medio de administración, y buen manejo de los sistemas informáticos por los cursos realizados de ofimática y contabilidad. Por tanto podemos argumentar que, a pesar de no haber trabajado específicamente en una agencia de trabajo, sí podemos llevar a cabo las tareas que se piden para dicho puesto.